lunes, 17 de noviembre de 2014
sábado, 25 de octubre de 2014
Paisaje de acera común con perro y hombre
No se podría decir con exactitud
si el perro seguía al hombre
o el hombre seguía al perro,
porque, si bien el perro caminaba
tras las pisadas del hombre,
este se detenía cada vez que aquel hacía un cambio
ya en la dirección, ya en la velocidad, de su movimiento.
Hay quien pensaría ante la escena
si el amo arrastraba al perro
tirando de la cuerda
o el perro empujaba al amo
aprovechando el espacio sólido de aire
que mediaba entre ambos.
Perro y hombre son accidentes temporales,
percances que, de cuando en cuando, le ocurren al paisaje.
Eventos que el paisaje absorbe con absoluta naturalidad,
quizás acostumbrado como está,
a ser continuamente modificado.
si el perro seguía al hombre
o el hombre seguía al perro,
porque, si bien el perro caminaba
tras las pisadas del hombre,
este se detenía cada vez que aquel hacía un cambio
ya en la dirección, ya en la velocidad, de su movimiento.
Hay quien pensaría ante la escena
si el amo arrastraba al perro
tirando de la cuerda
o el perro empujaba al amo
aprovechando el espacio sólido de aire
que mediaba entre ambos.
Perro y hombre son accidentes temporales,
percances que, de cuando en cuando, le ocurren al paisaje.
Eventos que el paisaje absorbe con absoluta naturalidad,
quizás acostumbrado como está,
a ser continuamente modificado.
martes, 9 de septiembre de 2014
miércoles, 16 de julio de 2014
No hay más límites que los que uno mismo se impone. Uno es quien debe decidir si vivir lamentándose por lo perdido o disfrutando de aquello que aún le queda; si recriminar al universo por lo que nos ha quitado o dar gracias a Dios por haberlo tenido, aunque sólo haya sido, un corto tiempo. Todo está dentro de uno mismo. "No se consuela quien no quiere", reza un viejo dicho que suena a conformismo, pero no, no es cuestión de conformarse, sino de irse adaptando a las circunstancias con cada nueva situación que nos plantea el camino y partir, cada vez como de un nuevo principio, con lo obtenido: lo ganado y lo perdido -que si bien lo ves, tambien es ganancia- de la etapa anterior.
Al fin y al cabo,
Qué somos, sino peregrinos? Caminantes
constructores de caminos. Guerreros en la paz.
Uvas en el vino.
Arena en el desierto,
agua en el mar.
Soledad en compañía,
ah!, compañera soledad!
Los límites estan aquí, adentro. Empiezan en el "no puedo", en el "yo no sirvo -o ya no estoy- para eso".
Y qué si el camino es largo? Cuándo entenderemos que lo importante no es la meta sino lo aprendido en el intento de alcanzarla? No es la meta lo que importa. No es Santiago, es el Camino! A menudo hacemos el camino dos veces cuando lo recorremos, y ambas suceden a un mismo tiempo: la una sobre los pies, la otra sobre el pensamiento; porque a cada paso dado, evocamos el regreso.
domingo, 22 de junio de 2014
sábado, 14 de junio de 2014
domingo, 11 de mayo de 2014
Jorge Luis Dasilva, Recitales 2014
03/06
Lugar: Casa de Estudio de la Historia de Venezuela, Veroes a Jesuitas, Bulevar Panteón Nacional, Altagracia, Caracas
Hora: 12:30 p.m.
18/06
Lugar: Auditorio Tobías Lasser, Facultad de Ciencias, UCV, Caracas
Hora: 4:00 p.m.
Lugar: Casa de Estudio de la Historia de Venezuela, Veroes a Jesuitas, Bulevar Panteón Nacional, Altagracia, Caracas
Hora: 12:30 p.m.
18/06
Lugar: Auditorio Tobías Lasser, Facultad de Ciencias, UCV, Caracas
Hora: 4:00 p.m.
sábado, 22 de febrero de 2014
A Rubén Blades
Una pregunta, Rubén...
¿Qué pasó con Pablo Pueblo?
Visto desde Hollywood, no es tan malo el tiburón,
O ya desde el principio el tiburón al que te referías era el de Spielberg?
No eres el único...
A Soledad le pasó lo mismo... casualmente,
también después de juntarse con Willie.
¿Qué pasó con Pablo Pueblo?
Visto desde Hollywood, no es tan malo el tiburón,
O ya desde el principio el tiburón al que te referías era el de Spielberg?
No eres el único...
A Soledad le pasó lo mismo... casualmente,
también después de juntarse con Willie.
jueves, 13 de febrero de 2014
Dice mi buen amigo Alejandro Szilágyi, en su libro Reflexionamientos: "
A mucha gente le es más fácil desprenderse de un amigo que cambiar una opinión.
Yo digo: si un amigo deja de serlo por causa de tus opiniones, nunca fue tu amigo. No habrás perdido nada desprendiéndote de él. Si cambias de opinión por conservar a un amigo, te pierdes a ti mismo.
A mucha gente le es más fácil desprenderse de un amigo que cambiar una opinión.
Yo digo: si un amigo deja de serlo por causa de tus opiniones, nunca fue tu amigo. No habrás perdido nada desprendiéndote de él. Si cambias de opinión por conservar a un amigo, te pierdes a ti mismo.
viernes, 24 de enero de 2014
En la mesa contigua dos personas comentaban "¡qué tontería! se divorcian después de haberse soportado durante 40 años". ¡Después de 40 años! -pensaba yo- ¡gran error de apreciación! No es DESPUES de haberse soportado durante 40 años, sino, precisamente, POR los cuarenta años de haberse soportado... No rebosa el vaso con la primera gota sino con la última.
José L. Dasilva N.
José L. Dasilva N.
jueves, 16 de enero de 2014
Hay personas que, después de leer algunas cosas que he escrito, me preguntan -afirmándose a sí mismas, en realidad- si soy
"chavista" como si ser tal cosa fuera una aberración mayor que el mayor de los
pecados capitales. Pues bien, aún cuando lo juzgo innecesario, por cuanto en un
mundo de libertades cada quien tiene el derecho de ser lo que más se le antoje o convenga en el marco de las leyes naturales y la decencia, me permito hacer esta
aclaración:
No me identifico con individuos -sean hombres o mujeres-, sino con ideas, y las ideas no tienen apellido que pueda convertirse en apelativo o calificativo, ni derechos de autor reservados, ni relación alguna de dependencia. Las ideas, como las frases con que se expresan, no son de nadie, no pertenecen a nadie. No es exclusividad de nadie tener tal o cual idea, ni porque "uno" la tenga debe "otro" desecharla para no ser tildado de "un-ista". Si usted y yo tenemos una misma idea, ¿podríamos determinar el momento exacto en que cada uno la adquirió, como para determinar a quién le pertenece?
No sigo a nadie, ni en la vida real, ni en esos mundos de ficción que llaman "redes sociales", de las cuales no pertenezco a ninguna. Si usted, estimado lector o lectora, cree haberme visto siguiendo a alguien, tal vez deba revisar sus conceptos de "seguidor" y "seguido" y evaluar nuevamente la situación bajo la premisa de que, en ocasiones, quien va detrás es porque va empujando; pero, en cualquier caso, si, repito, cree usted que sigo a alguien, vuelva a mirar y quizás, observando un poco mejor, podría darse cuenta de que esa persona y yo trabajamos juntos por la consecución de un fin común; que participamos de la misma idea, que la tal idea da origen a un proyecto en el que, obviamente, ambos creemos y que, trabajamos, a veces sin necesidad del más mínimo contacto, quizás, incluso, sin habernos nunca conocido, para construirlo. En ese caso, ¿Quién sigue a quien?
Cuando usted, que lee lo que escribo o escucha lo que digo, me coloca una etiqueta, automáticamente, en su cerebro me endosa todos y cada uno de los adjetivos -negativos, generalmente- que la misma trae implícitos, ya sea por su propia experiencia o por la asimilación en sí de experiencias ajenas por las que
siente algún tipo de simpatía, empatía o afinidad. Ya poco importa entonces la idea que pueda estar yo exponiendo. Ya poco importa si mis criterios son o no válidos o lo acertado de mis conceptos. Lo que importa es que yo soy un "algo" que usted no es -"y permita Dios que nunca lo sea"-. No soy yo, pues, quien crea la pared entre nosotros: ¡usted la crea!; no soy yo quien nos divide: ¡es usted!
Si en lugar de endilgarme el susodicho apelativo se dedicara a analizar mi planteamiento, quizás -sólo quizás- independientemente de quién tenga o no la razón en el debate, podría llegar a darse entre nosotros un intercambio de ideas, cuya consecuencia inmediata, como en todo intercambio de ideas, sería la de redundar en beneficio de ambos en cuanto a enriquecimiento intelectual se refiere.
Como sea, alguna gente prefiere el enfrentamiento personal a la sana convivivencia del pensamiento libre y plural. Lo primero, inevitablemente, nos lleva a la división social.
José Luis Dasilva Navia
No me identifico con individuos -sean hombres o mujeres-, sino con ideas, y las ideas no tienen apellido que pueda convertirse en apelativo o calificativo, ni derechos de autor reservados, ni relación alguna de dependencia. Las ideas, como las frases con que se expresan, no son de nadie, no pertenecen a nadie. No es exclusividad de nadie tener tal o cual idea, ni porque "uno" la tenga debe "otro" desecharla para no ser tildado de "un-ista". Si usted y yo tenemos una misma idea, ¿podríamos determinar el momento exacto en que cada uno la adquirió, como para determinar a quién le pertenece?
No sigo a nadie, ni en la vida real, ni en esos mundos de ficción que llaman "redes sociales", de las cuales no pertenezco a ninguna. Si usted, estimado lector o lectora, cree haberme visto siguiendo a alguien, tal vez deba revisar sus conceptos de "seguidor" y "seguido" y evaluar nuevamente la situación bajo la premisa de que, en ocasiones, quien va detrás es porque va empujando; pero, en cualquier caso, si, repito, cree usted que sigo a alguien, vuelva a mirar y quizás, observando un poco mejor, podría darse cuenta de que esa persona y yo trabajamos juntos por la consecución de un fin común; que participamos de la misma idea, que la tal idea da origen a un proyecto en el que, obviamente, ambos creemos y que, trabajamos, a veces sin necesidad del más mínimo contacto, quizás, incluso, sin habernos nunca conocido, para construirlo. En ese caso, ¿Quién sigue a quien?
Cuando usted, que lee lo que escribo o escucha lo que digo, me coloca una etiqueta, automáticamente, en su cerebro me endosa todos y cada uno de los adjetivos -negativos, generalmente- que la misma trae implícitos, ya sea por su propia experiencia o por la asimilación en sí de experiencias ajenas por las que
siente algún tipo de simpatía, empatía o afinidad. Ya poco importa entonces la idea que pueda estar yo exponiendo. Ya poco importa si mis criterios son o no válidos o lo acertado de mis conceptos. Lo que importa es que yo soy un "algo" que usted no es -"y permita Dios que nunca lo sea"-. No soy yo, pues, quien crea la pared entre nosotros: ¡usted la crea!; no soy yo quien nos divide: ¡es usted!
Si en lugar de endilgarme el susodicho apelativo se dedicara a analizar mi planteamiento, quizás -sólo quizás- independientemente de quién tenga o no la razón en el debate, podría llegar a darse entre nosotros un intercambio de ideas, cuya consecuencia inmediata, como en todo intercambio de ideas, sería la de redundar en beneficio de ambos en cuanto a enriquecimiento intelectual se refiere.
Como sea, alguna gente prefiere el enfrentamiento personal a la sana convivivencia del pensamiento libre y plural. Lo primero, inevitablemente, nos lleva a la división social.
José Luis Dasilva Navia
Suscribirse a:
Entradas (Atom)