"Quien tenga algo que objetar acerca de lo que yo escribo, sólo piense y recuerde que: Lo que expongo, es mi experiencia y mi pensamiento; no puedo exponer ni su experiencia ni su pensamiento. Si mi experiencia fuese igual que su experiencia y mi pensamiento fuese igual que su pensamiento, entonces usted sería yo... y de ello, a ambos nos libre Dios."
(José L. Dasilva N., manifiesto personal, xxxx)
"El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar, por medio de esta apropiación, el trabajo ajeno."
(Marx y Engels, Manifiesto Comunista, 1848)

sábado, 30 de octubre de 2010

domingo, 10 de octubre de 2010

a Juan Carlos de Borbón

Rescato unos versos que escribí ya hace tiempo con motivo de aquel tan sonado "por qué no te callas?". Obviamente están fuera de tiempo (... o no tanto!), pero aquí los dejo para que no se pierdan...

Amigo Don Juan Carlos, ¿qué le pasa?
¿no tiene platos sucios en su casa?
a qué tanto afán, por qué el empeño
de salir a barrer la casa ajena
cuando tiene la suya ¡ay, qué pena!
revuelta como nunca lo había estado?
Porque..., en su casa, Don Juan Carlos
-mírelo usted por arriba o por abajo-
                                         como en todas
también se cuecen habas... ¡y a destajo!

Y digo yo, Juan Carlos, bien mirado,
¿A dónde se le fue la majestad?
¿Los años, sin piedad, se la han quitado?
la soberbia le pudo a la humildad
              ¡y quedó como un gran maleducado!

¿Será que aunque le duela la verdad,
los reyes son ya cosa del pasado?
¿Será que en estos tiempos, "vuesa alteza",
además de ser rey hay que ser mago
para ser, como rey, algo querido,
y ocupar un puesto compartido,
                           cada vez más relegado,
                                          en Navidad?

Se nota que en su casa, rey -de paso-
no quedan ni gallinas que callar,
al punto que ya nadie le hace caso
y a las "indias" ha debido viajar
por sentirse nuevamente soberano...
pero esos indios, ¡oh, señor!
ya no cubren sus "vergüenzas" con la mano,
-algunos, incluso, visten D'ior-
han dejado atrás el taparrabos,
no responden a más amo que a sí mismos
y no aceptan seguir siendo sus esclavos.

Yo entiendo, señor Rey, su malestar.
Sus súbditos, rebeldes, no se callan
ni se arrodillan, ya, ante su presencia
¡qué falta de respeto a su excelencia
otrora tan querido y aplaudido!
pero eso no le otorga a usted licencia,
de perder de tal manera la paciencia
y venirse a poner como una fiera.
Debe usted entender la evolución
y no seguir viviendo en el pasado
(o acostúmbrese a llevar más de estos chascos)
las colonias, hoy día, están en frascos,
y se hallan al alcance de cualquiera
en cualquier tenderete del mercado.